También que, quienes circulan por la vía pública o lugares públicos, no estén expuestos a luminarias, defectuosas o vandalizadas, ni corran riesgos con tomas de energía de la compañía distribuidora sin sus tapas protectoras.
Sin embargo, esto que parece obvio y casi reiterativo, es algo que parece no tener llegada a muchas entidades gubernamentales, intermedias y profesionales del sector, que, bajo las excusas de: escasos presupuestos, pretendida falta de personal e ilógicas incumbencias, que en realidad resguardan cotos profesionales, muestran un muy bajo interés hacia la seguridad eléctrica y a la vida de las personas que dependen de ella.
Sólo una ley nacional puede encaminar este tema hacia un destino venturoso. Pero falta bastante, ya que, si bien son muchos los ciudadanos y los funcionarios se encuentran trabajando para lograrlo, la palanca del interruptor principal está en manos una cantidad menor, poco interesados en que algo cambie.