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Ola de calor y récord de demanda eléctrica: siguen los cortes de luz y hay personas afectadas todos los días

El lunes por la tarde hubo un pico de más de 131 mil usuarios sin suministro en el AMBA. Los afectados, entre la resignación, la bronca y la solidaridad.

En medio de la ola de calor infernal que pulveriza todos los récords de temperatura para el mes de marzo en la Ciudad de Buenos Aires, los porteños le suman un ruego casi dramático a la súplica para que baje el termómetro: que no se les corte la luz.

Este lunes, a las 14:30, casi 65 mil usuarios se quedaron sin suministro en medio de un nuevo récord de demanda eléctrica a nivel nacional (29.078 MW), de acuerdo a los registros públicos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa).

Con el intenso calor -la térmica rozó los 40 grados-, los problemas de suministro se fueron agravando en el AMBA. Hacia las 17, había casi 108 mil usuarios sin servicio, la mayoría (103.904) dentro del área de concesión de Edesur. La cantidad de afectados siguió trepando hasta alcanzar un pico de 123.955 usuarios a las 18.40, de los cuales 116.519 correspondían a Edesur. Y viente minutos después, la cifra ascendía a 131.571 domicilios sin servicio.

La cifra global luego bajó, aunque Edenor registro una suba de cortes entre sus usuarios, de los 6 mil a arriba de los 9 mil.

Ante la seguidilla de días con temperaturas extremas, la demanda sigue creciendo. Sin ir más lejos, el récord anterior había sido alcanzado el viernes pasado, cuando el consumo eléctrico había llegado a 28.562 MW, según datos de Cammesa. Antes, la marca se había superado el 6 de diciembre del 2022, cuando alcanzó los 28.283 MW.

Desde Edesur -la concesión más afectada por los cortes-, confirmaron que en los últimos días vienen registrando las cifras máximas de consumo en toda su área. De hecho, siguiendo la tendencia nacional, este lunes la compañía tuvo su propio nuevo récord: a las 15.10 superó los 4.400 Megawatts de demanda.

La bronca de los que no tienen luz

Los cortes de suministro llegan casi aleatoriamente: en algunos casos duran una hora, en otros, más de un día. Sin aviso, sin certezas, sin respuestas. La luz se va y no se sabe cuándo vuelve.

Así explicó Karina (50), una trabajadora autónoma de Caballito que trata de ponerle humor: de los últimos 11 días, en 9 le faltó la luz. Es decir, no tiene ventilador, ni aire acondicionado, ni una heladera para defenderse del calor.

"Nosotros arrancamos con los cortes el viernes 3 de marzo. El primer corte duró 26 horas, hasta las 17 del sábado. El domingo tuvimos, pero el lunes de nuevo se cortó otras 22 horas, hasta el martes a media mañana", relata.

Luego siguió con dos interrupciones "cortas", de apenas una hora y media a la hora de la cena. Y, cuando pensó que ya estaba listo, el domingo a la tarde se volvió a ir la luz. Al mediodía del lunes, todavía no volvió.

Karina enumera las complicaciones que trae la falta de electricidad, como tener que andar mudando los productos del freezer a alguien que sí tenga luz, o comprar la comida fresca solo para el día

"No hay comodidad. Cada dia dormis peor, te despertás a cada rato, tenés dolor de cabeza, te duchás con agua fría y dejás el pelo mojado todo el día. Es incordioso", describe.

Por el momento, Karina se sostiene por la solidaridad de los vecinos. Es que su edificio —ubicado en Parral y Rivadavia— tiene dos fases, y aquellos que cuentan con electricidad le revolean de ventana a ventana una zapatilla que sirve para lo básico: cargar el celular, enchufar la heladera y prender la PC aquellos que viven del Home Office.

"Desde el primer corte ya hice 8 reclamos, todos los días. Sin explicación, no podés hablar con nadie", se lamenta. No tener una voz humana que le de una respuesta también le molesta.

La atención al cliente totalmente automatizada incluso suena casi a tomada de pelo cuando recibe una llamada de un robot de Edesur preguntándole "si ya les volvió la luz". "Es medio una cargada, tendrían que saber si tenés o no", comenta. Pero la situación no es exclusiva de la Ciudad y se repite también en el Gran Buenos Aires.

"En el centro de Adrogué sufrimos varios cortes durante los últimos 10 días, en plena ola de calor. Lo más frustrarte es no tener precisiones sobre cuándo vuelve el suministro. Intentás comunicarte y siempre te responden con un mensaje automático, sin ninguna precisión", cuenta Alejandra, que vive frente a la Plaza Espora, en el centro de la localidad del sur del conurbano bonaerense.

"En general, son cortes que se extienden por más de cinco horas y afectan a distintas fases, como si fueran por etapas. Implica perder horas de trabajo, descansar mal y tener que tirar comida que no resiste los 40 de térmica de los últimos días", agrega.

Según los datos del ENRE, al mediodía de este lunes hay más de 23 mil usuarios de Edesur sin suministro y casi 4 mil de Edenor. Las zonas más afectadas son Monte Grande, Avellaneda, Quilmes, Berazategui y la zona de Villa Devoto en Capital. El termómetro afuera marca unos 31 grados.

El peor momento fue durante el domingo a las 15, cuando la temperatura tocaba picos de 36 grados. Los usuarios que no tenían luz eran cerca de 32 mil (27 mil solamente de Edesur).

"Tengo la vida en suspenso hasta que pase la ola de calor, vivo bajo el aire", se sincera Gonzalo, otro vecino de la zona de Vicente López. Dice que está dispuesto a prometer casi cualquier cosa para que se vayan estas temperaturas. A diferencia de otros usuarios, los cortes que le tocaron a él fueron programados: hubo un mail avisando que se iba a quedar sin suministro.

Aún así, la falta de luz lo obliga a trastocar planes, un croquis de lugares que tengan aire acondicionado para poder bancar la espera. Cuenta además que, por ejemplo, sus hijos empezaron a faltar a clases. Desde el colegio los notificaron que quedaba a decisión de cada familia, pero que la falta no se iba a pasar.

Karina cierra con una anécdota chiquita, pero que le generó congoja. Se trata de una pareja de ancianos conocidos de barrio. El sábado, cuando Buenos Aires batía el récord histórico para la temperatura más alta jamás registrada en marzo —38,6° a las 14 hs—, ellos estaban encerrados en el piso siete de su departamento. Sin ascensores, sin aire acondicionado, sin posibilidades de bajar las escaleras, miraban por la ventana.

En algún lugar de esa ciudad que se derretía debajo suyo, sus nietos mellizos celebraban su primer cumpleaños. Con luz, pero sin ellos.

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